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14 de julio de 1907: multitudinario homenaje a Sabin Arana Goiri en Sukarrieta (from Deia)

11/23/2024

EAJ-PNV puso de manifiesto su enorme potencial de convocatoria, así como su civismo y corrección durante la celebración de este acto. Según los diarios que informaron sobre la jornada, el número de asistentes fue superior a 12.000

Link: Deia

Román Berriozabal Azpitarte. El primer gran homenaje público rendido a Sabin Arana se llevó a cabo el 14 de julio de 1907, domingo, tres años y medio después de su fallecimiento, acaecido el 25 de noviembre de 1903 en Sukarrieta, a la edad de 38 años. El homenaje vino motivado por la presencia en Bilbao, su ciudad natal, de José Mª Larrea, presidente de la Sociedad Laurak Bat, de Buenos Aires, y delegado de EAJ-PNV en la República Argentina. Larrea, sólido comerciante mayorista, había viajado a Euzkadi semanas antes en compañía de su esposa, que se encontraba en la última etapa de su embarazo, para que su primogénita naciera en tierra vasca y, de paso, cumplir la misión que le confirieron la sociedad que presidía así como un gran número de vascos y vascas radicados en la República Argentina: colocar una corona de flores naturales en la tumba de Sabin. La hija de la pareja nacería el 26 de julio.

A fin de evitar que la ofrenda floral fuera un acto irrelevante, Larrea y la Diputación de EAJ-PNV, órgano directivo anterior a la constitución posterior del Euzkadi Buru Batzar (EBB), acordaron elegir una fecha señalada: el 14 de julio. Ese día, 13 años antes, en 1894, un grupo de personas encabezadas por Sabin y Luis Arana Goiri fundaron en Bilbao la primera sede nacionalista vasca a la que denominaron Euskeldun Batzokija e izaron la ikurriña en su fachada.

José Mª Larrea, presidente de la Sociedad Laurak Bat, de Buenos Aires, cumplió la misión de colocar una corona de flores en la tumba de Sabin

Con anterioridad a 1907, la familia jeltzale, en franco proceso de expansión, venía recordado a su fundador y maestro en el aniversario de su muerte de diversas formas: funciones de carácter religioso, veladas necrológicas, composiciones poéticas… Después de la muerte de Sabin, y cuando aún estaba muy reciente la tristeza del hecho, se pensó erigirle un monumento costeado por todas las personas que simpatizaban con sus ideas que sirviese, a la vez, de morada para sus restos y de enaltecimiento de su memoria. A pesar de los entusiasmos primeros, a mediados de junio de 1907 el proyecto seguía sin ponerse en marcha.

Mausoleo, estatua, ermita...

Es por ello que, visto el carácter humilde de la sepultura, había personas partidarias de levantar un mausoleo o una estatua en un islote, llamado Sandindere, situado junto a la playa de San Antonio, entre Sukarrieta y Busturia. Dado que el mausoleo podía resultar costoso y no inspirase devoción, había quien opinaba que era mejor erigir una ermita de mayores dimensiones en el barrio de Abiña, en sustitución de la existente, donde pudieran descansar los restos.

A diferencia de las opiniones anteriores, según el semanario Aberri –nacido en Bilbao en mayo de 1906 y que era el periódico oficial de EAJ-PNV– no importaba que la tumba de Sabin estuviera sola, sencilla e ignorada, si en cambio, los seguidores de Arana practicasen su doctrina. En dicho contexto, el Centro Vasco de Bilbao adquirió un retrato al óleo realizado por el pintor navarro con residencia en Bilbao, Inocencio García Asarta. Meses más tarde, en el mencionado Centro Vasco se expuso un busto modelado de Sabin, realizado por el escultor Miguel García de Salazar Pinedo. En contra de lo opinado hasta entonces, EAJ-PNV dispondría erigir una escultura en homenaje a Sabin con ocasión del centenario de su fallecimiento. Dicha escultura, costeada por la afiliación de EAJ-PNV, sería realizada por Xebas Larrañaga Odriozola y colocada en noviembre de 2003 en los jardines de Albia, en Bilbao, junto a Sabin-Etxea.

Dado que se trataba del acto más importante de cuantos hasta ese momento había celebrado, EAJ-PNV encomendó su preparación a una comisión. Simultáneamente, acordó que todos los burukides del Partido, las Juntas Municipales y los batzokis acudiesen al acto de Sukarrieta, así como al banquete que se celebraría después del acto.

A su juicio, era la ocasión propicia para que todo vasco que de patriota se preciase, exteriorizase sus sentimientos de amor a Sabin y a Euzkadi. Cabe indicar, igualmente, la organización de un concurso fotográfico. Algunas de las fotografías recibidas fueron recogidas en un álbum que, con posterioridad, fue entregado a Larrea. Ese día, muy temprano, incluso antes de que empezara a clarear, se notó una inusitada animación en los pueblos de Euzkadi por parte de todos y todas las patriotas que, pese a la distancia y al horario, querían tributar su homenaje a Sabin, desplazándose a Sukarrieta en trenes, coches, autobuses, remolcadores, vapores y traineras. El Partido jeltzale puso de manifiesto el enorme potencial de convocatoria que poseía así como su civismo y corrección. Según los diarios que informaron sobre la jornada, el número de personas concurrentes fue superior a 12.000.

En la playa de Abiña

Una vez en Sukarrieta, la expedición, permanentemente vigilada por la Guardia Civil, partió en procesión a la playa de Abiña que en aquel momento mostraba su amplitud debido a la bajamar. Dicha procesión fue encabezada por las ikurriñas de los batzokis de Portugalete, Bermeo, Etxebarri, Gernika, Mungia, Abadiño, Lekeitio, Gautegiz-Arteaga, Basauri, Errenteria, Mundaka, Erandio, Güeñes, Arrankudiaga, Retuerto, Barakaldo, Deusto, Getxo, Bergara, Durango, Igorre, Elgoibar, Ermua, Azkoitia, Amorebieta, Ondarroa, Galdakao, Abando y los Centros Vascos de Bilbao y Donostia.

Tras llegar a la playa, los expedicionarios se situaron ante un altar levantado al efecto junto a la pequeña ermita de San Antonio de Padua. Los burukides, la familia de Sabin y los representantes de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra que habían sido designados para portar la corona ocuparon la tribuna situada junto al altar. Al pie del altar fue colocada la corona, de la que pendían cintas en las que se leía la siguiente inscripción: Buenos Aires’eko Laurak Bat batzokijak eta Argentina’ko bere ikaslari ta jeltzaliak Arana eta Goiri‘tar Sabin’eri.

Las ikurriñas fueron colocadas en semicírculo, frente al altar, y en el centro, extendida en el suelo, la del batzoki de Abando, por ser el lugar en que nació Sabin. Detrás del semicírculo se colocaron los peregrinos. La misa fue celebrada por Antonio Uribarri, coadjutor de Busturia y confesor de Sabin. El silencio y el recogimiento con que fue oída la misa se vieron interrumpidos en el momento de la consagración y la elevación de la hostia y el cáliz por el disparo de cohetes y las notas del Euzko Abendaren Ereserkia.

Según la crónica del día, la cantidad de flores depositadas por los miles de asistentes alcanzó hasta metro y medio de altura

Inmediatamente después se organizó la manifestación que había de dirigirse al cementerio. Al frente de la misma, junto con la corona, se situaron Larrea, los burukides, la familia de Sabin –entre los que se encontraban Luis y Javier, hijos de Luis Arana– y numerosos sacerdotes. Detrás de ellos, marcharon los batzokis con sus respectivas ikurriñas y, formando una imponente manifestación, todos los expedicionarios. Tras bendecir la corona en la iglesia parroquial se dirigieron al cementerio en el que, por sus reducidas dimensiones, sólo entraron las personas que encabezaron la manifestación y las ikurriñas.

Después del rezo del responso a cargo del párroco de Sukarrieta, Fermín Luzarraga, el orfeón de Juventud Vasca –reforzado para la ocasión con otros elementos– cantó Libera me, Domine, de Perosi. Acto seguido, a los acordes del Euzko Abendaren Ereserkia que, acompañado por la banda de Galdakao, fue cantado por la concurrencia, el navarro Manuel Aranzadi, el gipuzkoarra Felipe Zulueta, el arabarra Ángel Fajardo y el bizkaitarra José Eduardo Arriaga depositaron la corona en la tumba.

La libertad de Euzkadi

En la cabecera de la misma, que había sido adornada, se veían las mascarillas del rostro y de la mano de Sabin realizadas en 1903. Seguidamente, intervino en euskera el burukide Alipio Larrauri para agradecer su presencia a Larrea y recordar el motivo de la concentración. Tras subrayar el sacrificio, la renuncia y la generosidad de Sabin en favor de la patria vasca, rogó a las personas presentes que pidieran a Dios su intermediación a fin de alcanzar la libertad de Euzkadi, ofreciéndole a cambio una actitud firme y sincera en favor de Jaungoikoa y Lagi Zarra.

Acto seguido, Larrea pronunció un emotivo y elocuente discurso en el que, entre otras cuestiones, apeló a la concordia entre los nacionalistas para que acabasen, de una vez y para siempre, las diferencias que en aquel momento existían. A tal efecto, pidió a los burukides presentes decretasen una amnistía amplia y generosa. En agradecimiento y respuesta al anterior, el burukide Eduardo Arriaga reconoció que la petición de Larrea pesaría, a buen seguro, en el ánimo de todos ellos. Dos días más tarde, EAJ-PNV, a fin de perpetuar el recuerdo del acto solemne celebrado ante la tumba de Sabin Arana Goiri, decretó dejar sin efecto todas las expulsiones dictadas hasta ese momento. Inmediatamente después de las intervenciones anteriores, las personas que portaban las ikurriñas se arrodillaron y las rindieron solemnemente ante la tumba.

Una vez finalizado el acto, miles de personas accedieron paulatinamente al cementerio a depositar su ramo de flores. Según la crónica del día, la cantidad de flores depositadas alcanzó hasta metro y medio de altura. Seguidamente, la gente se dispuso a comer al aire libre en las campas y arbolados de Sukarrieta. Entre otros espacios habilitados para la ocasión, cabe resaltar el correspondiente al banquete organizado en honor de Larrea. El mismo, al que acudieron alrededor de 600 personas, estuvo amenizado por la banda de Galdakao, los dulzaineros de Arrasate y los hermanos bertsolaris Imanol y Kepa (Urretxindorra) Enbeita Rementeria. A los postres se leyeron los telegramas recibidos; entre ellos el que les remitió Luis Arana Goiri desde Gasteiz. Esa misma tarde, Larrea y los burukides cumplimentaron a la señora viuda de Sabin. Nicolasa Atxikallende Iturri agradeció, con lágrimas en los ojos, el homenaje rendido a su esposo.

El regreso de los expedicionarios, que se llevó a cabo según lo previsto, no estuvo exento de pequeños incidentes, entre los que cabe mencionar el apedreamiento de uno de los trenes en las inmediaciones de Bolueta, en Bilbao. La herida recibida en la cabeza por unos de los expedicionarios no tuvo peores consecuencias. Larrea emprendió su viaje de regreso a Buenos Aires con anterioridad al 25 de noviembre, fecha en la que los jeltzales recordaron a Sabin en el cuarto aniversario de su fallecimiento como modelo de virtudes cívicas y cristianas.

El autor: Román Berriozabal Azpitarte
Diplomado en Magisterio y licenciado en Filología Vasca por la Universidad de Deusto. Jubilado. Socio de Sabino Arana Fundazioa y de Eusko Ikaskuntza. Afiliado a EAJ-PNV. Autor de numerosas publicaciones relacionadas con el nacionalismo vasco, así como con San Valentín de Berrio-Otxoa. Con anterioridad, ha colaborado en seis ocasiones en la presente sección de DEIA.


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